Nace en antigua China como el código moral de Santai, este se origina del Código moral y ético de Confucio, no ver, no oír, no hablar y meditar, luego se mezcla con las demás corrientes filosóficas, taoísmo, budismo, sintoísmo, etc.

Todas, convergen en el principio de la meditación antes de la acción, permitiendo que las energías interiores o Chi entren en armonía para lograr el progreso y el avance.

Se vive enfrentando las tres situaciones, hablar, oír, ver, pero poco se medita, solo cuando se enfrenta a situaciones complejas o difíciles, por alguno de los anteriores principios, se hizo algo, porque se vio o se oyó, se alteró todo porque se dijo lo que no se debía o se escuchó, lo que no convenía.

La mala suerte es una palabra, la buena suerte, también lo es. Bajo estas normas, las velas sagradas de los principios permiten mantener las energías estables, atrayendo las diferentes vibraciones y por ende el fluir del Chi o poder.

Cuando tenga que afrontar situaciones complejas donde requiera sabiduría, suerte y bienestar, que la vela que corresponda, si debe hablar, encienda la vela de no hablar, esto le permite reflexionar y tener claro lo que debe o no decir.

Si en su hogar o su vida, se presentan discusiones constantes al encender la vela y meditar sobre lo que le altera, encontrará respuestas.

Si va a hacer algún proyecto futuro, compra, venta, viajes, adquisiciones, iniciar una nueva relación, hacer algún negocio, etc. Encienda la vela de no ver, esto le permite “ver” lo invisible de las ventajas o desventajas de sus decisiones.